📖 Historia: Cuando el pH de tu piscina es más ácido que tu jefe un lunes

Imagínate esta situación: te haces cargo del mantenimiento de tu piscina , lleno de entusiasmo y con ganas de que todo funcione como un reloj suizo.

Te compras tus tiras analíticas, sigues todos los consejos que encuentras por ahí, y crees que tienes el control… hasta que un día te das cuenta de que el pH de tu piscina está en 3,8.

Sí, así como lo lees.

Lo que empezó como un hobby piscinero se ha convertido en un capítulo de terror químico.

Así le pasó a nuestro amigo Clax, que pensaba que tenía el pH bajo control, hasta que el técnico de la sonda le dio la noticia:

“Tu piscina no es agua, es básicamente vinagre de ensalada.”

El problema empezó con el uso excesivo de cloro estabilizado (sí, esas pastillitas mágicas de 5 efectos que prometen todo y acaban dejándote la piscina hecha un caldo químico).

Resultado: niveles de ácido isocianúrico por las nubes, agua que no se renueva por culpa de la sequía, y un pH que no sube ni con rezos.


¿La solución? Como siempre, paso a paso y sin dramas (o con menos de los habituales):

  1. Primero, medir bien (y no confiar solo en las tiras del súper).
    Las tiras están bien para ver si la cosa está en plan apocalipsis, pero si quieres saber la verdad, mejor hazte con un kit de calidad o una analítica profesional.

  2. Subir la alcalinidad antes de tocar el pH.
    Porque sin alcalinidad, intentar subir el pH es como intentar inflar un globo pinchado. Aquí entra el héroe de la historia: el bicarbonato de sodio. Sí, el mismo que usas para hornear galletas (y que, por cierto, en Mercadona cuesta mucho menos que los productos "pro" de las tiendas de piscinas).

  3. No hacer el loco con el carbonato de sodio.
    Echarlo a lo bruto puede acabar dejando la piscina blanca como una piscina de leche, y entonces, adiós verano y hola a una semana de filtraciones y floculante.

  4. Paciencia, pruebas y más pruebas.
    Clax se montó un mini laboratorio en su piscina de chapoteo para hacer sus pruebas de bicarbonato, y cuando vio que el agua "despertó", supo que iba por el buen camino. Porque, amigos, en esto de las piscinas, la prisa solo lleva a más problemas.


Moraleja:

Si tu piscina tiene el pH más bajo que la autoestima de un político en campaña, relájate. Con un poco de bicarbonato, paciencia y dejando de usar productos milagrosos, tu piscina volverá a ser un paraíso, y no un experimento de química fallido.

Y recuerda: la piscina es como la vida, si te pasas con los químicos, se vuelve un desastre.


¿Tienes una historia de terror con tu piscina? Escríbenos, que aquí nos encanta resolver problemas (y reírnos un poco en el proceso).

Regresar al blog

Deja un comentario